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El reciente estreno en las salas argentinas de un documental sobre Néstor Kirchner me ha llevado a reflexionar sobre el peculiar liderazgo que ejerce su esposa, la actual presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (CFK). No cabe ninguna duda de que estamos ante una política con un carácter fuerte, que deja patente su autoridad ante otros integrantes de su círculo del poder. La amplia mayoría con que ganó las Elecciones Presidenciales de 2011 nos dan una pista del importante tirón popular que mantiene entre amplias capas de la sociedad argentina. Eduardo Fidanza, de la consultora Poliarquía, califica a su gobierno de hiperpresidencialismo.
Lo curioso es que, al mismo tiempo, cimienta parte de su carisma y liderazgo en el mito en el que se ha convertido su esposo, el anterior presidente. Siendo peronista y primera jefa de Estado de la historia del país, las comparaciones con Eva Duarte de Perón son inevitables. Fernández de Kirchner no se presenta como una reencarnación de Evita. Eso sí, en momentos puntuales ha sabido canalizar el prestigio de Evita, toda un heroína nacional, en beneficio de su Gobierno. Según apunta la periodista Carmen de Carlos, Fernández “ha rescatado con habilidad” y “reivindicado la figura mítica de Evita para justificar su estilo de Gobierno”. Con motivo del 60º aniversario de su muerte, el pasado mes de julio la presidenta ensalzó como nunca su legado. Durante un acto celebrado en la misma Casa Rosada, presentó un nuevo billete de 100 pesos con la imagen de Eva Perón.